El siguiente paso es tener una plegaria, una invocación, un poema o un párrafo que contenga aquellas ideas que mas congenian con nosotros, y cuya repetición verbal forme parte importante de nuestro camino meditativo.
Aquí el abanico de posibilidades es amplísimo. Una muy bonita es La oración por la paz, atribuida a S. Francisco de Asis, tiene un caracter ecuménico por su contenido humano y universal.
Otra, que proviene de la tradición teosófica, de profundo carácter universalista es La gran invocación.
A medida que avancemos, leamos y refelexionemos, encontraremos aquél texto que se adapte mejor a nuestro modo de ser.
En este punto es interesante remarcar la diferencia entre oración y mantram. Un mantram es una palabra o frase breve que llevamos siempre con nosotros, y podemos repetir o pensar en muchas circunstancias de la vida, como bien dice Eknath Easwaran, cuyo libro, «Meditación. 8 puntos para transformar la vida», os recomiendo.
Ghandi usaba «Rama», y fué lo último que pronunció. En las religiones y diría que en todos los aspectos de la vida humana en general, encontramos una gran diversidad de ejemplos.