El 28 de agosto se cumplirán 45 años de aquél famoso, conocido y emblemático discurso, de Martin L. King, en el que dijo aquellas palabras: «Hoy tengo un sueño». Fué pronunciado en 1963, al final de la Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad. La culminación de un movimiento que contribuyó a cambiar decisivamente la sociedad americana y mundial.
Un movimiento que empezó en 1954, con la famosa huelga de autobuses en Montgomery. Martin L. King era el pastor de la Iglesia Baptista de Dexter Avenue en Montgomery, Alabama. ¿Casualidad?. El boicot a los autobuses de Montgomery empezó cuando Rosa Parks rehusó acatar la ley Jim Craw, que obligaba a las personas de color a ceder su asiento a personas blancas. ¡Qué abusurdo!, pensamos hoy en día, pero entonces una mayoría lo veía normal. Rosa Parks, decidió no soportar mas humillaciones, y todo un colectivo se alzó con ella, un grupo de personas dispuestas a no aguantar mas injusticias. Se encontraron con un líder. Martin L King, admirador de Ghandi y de su lucha no violenta. Y encabezó el grito unánime de todos sus hermanos, empezó una reclamación justa contra una ley injusta hasta sus úiltimas consecuencias. Su voz no se apagará nunca.
De Martin L. King se pueden decir muchas cosas. Admiro en especial, su altura de miras, su espiritualidad, su tolerancia, su amor por los demás, su comprensión de la humanidad, su entrega, su enorme volunta, su fe, su sencillez, y su visión, que diría, profética.
Permitidme que incluya el final del último discurso que pronunció, antes de ser asesinado :
«Aún nos quedan días difíciles por venir.
Pero en realidad no me preocupa, porque he subido a la cima de la montaña. Y no me preocupa.
Como todos, me gustaría tener una larga vida. La longevidad tiene su importancia.
Pero eso no me preocupa en este momento.
Sólo quiero hacer la voluntad del Señor.
Y Él me ha permitido subir a la montaña.
Y he visto más alla.
Y he visto la Tierra Prometida.
Puede ser que no llegue allí con ustedes. Pero quiero que sepan esta noche que nosotros, como un pueblo, llegaremos a la Tierra Prometida.
Y estoy tan feliz esta noche.
No estoy preocupado por nada.
No temo a ningún hombre.
¡Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor!»